LAS PALABRAS CONVENCEN, EL EJEMPLO ARRASA

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Sin lugar a duda las palabras son poderosas, pero el ejemplo lo es aún mas. Las palabras tienen el poder del convencimiento oído, pero el ejemplo tiene el poder de la verdad vista y vivida.
Las palabras son realmente poderosas cuando están avaladas o garantizadas por el ejemplo personal, sino serían solo como metal que resuena o címbalo que retiñe (1 Corintios 13:1).
Las palabras sin la garantía del ejemplo personal sería como el famoso dicho: “Has lo que digo pero no lo que hago”. Dicho sin duda inspirado en la enseñanza de Jesús sobre los fariseos: “3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. 5 Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos” (Mateo 23:3-5). 

Queridos amigos ¿Estamos siendo verdaderamente ejemplo para nuestros hijos, esposa (o), padres, hermanos, empleados, estudiantes, compañeros de trabajo, asociados, seguidores, y otros a nuestro alrededor?

¿Qué están viendo nuestros hijos en nosotros? 
Que gritamos a nuestra esposa y la ridiculizamos públicamente con palabras hirientes, o que la tratamos amablemente en todas las circunstancias. “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes (Efesios 4:29) “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia (Efesios 4:31)
Que vociferamos y criticamos a nuestras autoridades irresponsablemente, o que tenemos autocontrol. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7)
Que engañamos y mentimos muchas veces hasta por gusto. “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos (Colosenses 3:9)
Que robamos cosas de nuestro trabajo. “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad (Efesios 4:28)
Que tu, mujer eres irrespetuosa a tu esposo.  “1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, 2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa (1 Pedro 3:1-3)
Que llegamos a casa borrachos o drogados, maldiciendo e irrespetando a todos. 

Amigo, debemos ser ejemplo de espiritualidad, que nuestros hijos nos vean orar y clamar a Dios cada día, que nos vean humillarnos delante de Dios de rodillas no solo en tiempos de crisis. Que nos vean ser misericordiosos con la gente en ves de juzgarlos. Que nos vean ser pacientes. Que nos vean ser amables. Que nos vean ser atentos y bien educados. Que nos vean estudiar la Biblia. Que nos vean tomar decisiones basadas en la Palabra de Dios. Que nos vean ser buenos oyentes. Que nos vean reír y jugar. Que nos vean ser felices. Que nos vean llorar. Que nos vean hablar la Palabra de Dios a otras personas. Que nos vean cuidar nuestra salud. Que nos vean ser responsables con nuestras finanzas. Que nos vean ser trabajadores y estudiosos. Que nos vean ayudar en los quehaceres de la casa. Que nos vean ser dadivosos y generosos. Que nos vean ser fieles a nuestro Dios, a nuestra pareja y a nuestra iglesia, etc. La lista podría ser mas larga de los ejemplos que debemos dar. 

Los ojos y oídos de nuestros hijos y subalternos están enfocados en nosotros. Nuestros hijos harán lo que ven en nosotros. Ellos recordarán más nuestra conducta que nuestras palabras. Un principio de familia dice: “Lo que los padres hacen con moderación, los hijos lo harán con exageración”.

Las personas que solo hablan podrán convencer a otros por un tiempo pero luego sus hechos apagaran su palabrería. 
Las palabras realmente tienen su fortaleza en el ejemplo del que habla. No hay ejemplo, no hay fortaleza.
Recuerda: “Las palabras convencen, el ejemplo arrasa”. Hablamos mas fuertemente con nuestros hechos que con nuestra boca.

¿Quieres ser buen padre, esposo y líder? Entonces garantiza tus palabras con tu ejemplo.